Siete Años
Sólo somos nosotros dos.
Nos fastidiaba tener que aclararlo al ocupar una mesa o al asomarnos a un evento cualquiera; ahora lo hicimos bandera.
Desde el desayuno feroz a los relatos fantásticos en la cama, las improvisaciones musicales con algo de bullying y las excursiones contemplándolo todo, las caminatas de la mano y los abrazos interminables, la invención de símbolos que ya son nuestros y la confidencia constante; el amor por los animales y sus costumbres, el respeto por el hombre y sus circunstancias.
Nos descubrimos descubriendo, porque nos gusta ver todo por primera vez todas la veces. Nos provoca entusiasmo y nos conmueve esa atracción por lo desconocido y la practicamos con naturalidad, acaso porque sentimos que nos hacemos felices haciéndolo.
Las plazas de Castelar, las tardes enteras pateando los lagos, los bondiolazos
de Costanera, los aviones y las combis por NOA o Patagonia, el cine ritual, el encantamiento del mar, la sensibilidad por la mujer, el deseo ferviente de bailar, la presencia transformadora, los siete años con él.
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